Santa Fe y todo el país despiden a Alejandra “La Locomotora” Oliveras, una figura irrepetible del deporte argentino. Campeona mundial de boxeo, activista social, referente barrial e influencer de enorme llegada, falleció este lunes a los 47 años en el Hospital Cullen de Santa Fe, tras dos semanas de internación por un ACV.
Nacida en Jujuy y criada en Córdoba, Alejandra Oliveras vivió una infancia atravesada por la precariedad, el trabajo rural y la lucha diaria por sobrevivir. “Trabajaba en el campo con mi familia”, contó en una entrevista en 2021, desde su gimnasio en Santo Tomé. Lejos de victimizarse, siempre consideró que su pasado fue su escuela de vida.
“Un sándwich de mortadela y mate cocido era un lujo”, decía. Se definía como “una trotadora del mundo”, convencida de que la felicidad debía compartirse. Su filosofía era simple pero poderosa: “La vida te va a tirar, pero es esencial levantarse y seguir viviendo porque la vida es hermosa y tiene sentido”.
El infierno de la violencia y el coraje de escapar
En su adolescencia, Oliveras fue víctima de violencia de género. En el libro Las Parturientas de Agustina Kämpfer, reveló con crudeza el maltrato que vivió junto a su pareja, un hombre que le doblaba la edad. Embarazada a los 15 años, vivía en un galpón sin servicios básicos, cargando agua en baldes y sobreviviendo con lo justo.
El punto de quiebre fue descubrir una señal de maltrato en la espalda de su bebé recién nacido. Confrontó al agresor, recibió golpes, pero encontró el coraje para defenderse. “Sabía que tarde o temprano iba a poder defenderme sola”, dijo. Y lo hizo: lo tumbó con un golpe y se fue. Cruzó sola el pueblo, con su hijo en brazos y una bolsa de residuos como valija, hasta llegar a la casa de sus padres. Nunca más volvió con su agresor.

Una leyenda del boxeo y la lucha social
Alejandra Oliveras no solo se convirtió en una de las grandes campeonas del boxeo femenino —ganadora de seis títulos mundiales en distintas categorías—, sino también en una voz fuerte por los derechos de las mujeres, los niños y los sectores populares. Desde el ring o desde las redes sociales, su mensaje fue siempre claro: no hay obstáculo que no se pueda vencer con coraje.
En sus últimos años, volcó su energía a lo comunitario, armó comedores, entrenó a jóvenes en situación de vulnerabilidad y se animó a la política. Aunque su carrera fue breve en ese ámbito, su presencia se hizo sentir con fuerza.